Cuando empiezas a conocer el mundillo de los coleccionistas de playmobil, empiezas a notar que más o menos has tomado una decisión respecto a lo que te gusta. O vas a por cajas o a por los muñecos. Dentro de las cajas desde luego hay otro mundo; los puristas van sólo a por cajas cerradas, y los mixtos como yo gustan de ir a por cajas cerradas y abiertas, es decir, usadas, siempre que estén completas.
Los que coleccionan muñecos disfrutan muchísimo más de los mismos que los que sólo acopian cajas cerradas. A veces he llegado a pensar que un día que me de por abrir una caja muy cara que haya conseguido cerrada, podría tener dentro un trozo de madera, ya que nunca se sabe si estará el contenido dentro. Uno de los argumentos más comunes que utilizan los que sólo quieren cajas nuevas es que su colección no se deprecia nunca. Pero darle un valor tan material a unos muñecos de plástico que puede que desaparezcan en tres décadas es muy osado. Quizá la generación del futuro, la de la realidad virtual y la play acaben con la continuidad de estos kekos.
Pero para mí, el coleccionar cajas es algo más que plantear un valor económico. A veces veo todas estas cajas y me viene a la memoria la vieja sensación de levantarme en la mañana de reyes y maravillarme ante mis clicks. Esas imágenes tan bien planteadas, esos diseños, ese colorido. En un impacto visual ante aquella caja, y casi sin abrirla ya estabas librando batallas y conquistando el mundo.
Yo voto por las cajas, a veces abiertas y a veces no... ¿y tu?
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